Un cuarto del electorado es el voto duro del correísmo y otro cuarto es abiertamente anticorreísta, un cuarto no es lo uno ni lo otro y el último cuarto son los "contreras" y los que se van con el ganador, cualquiera sea éste.
En ese escenario, podría haber cabida para una tercera opción. Diana Salazar ha cerrado esa posibilidad con su negativa a participar como candidata presidencial en el 2025.
De nuevo nos abocamos a unas elecciones en clave correísmo vs anticorreísmo, con un Presidente volcado a la reelección tratando de ganar al centro.
Del desenlace de las elecciones de febrero del 2025 se despejarán dudas e incertidumbres sobre la estabilidad política del país, ya no tendremos un gobierno de "transición", sino uno de 4 años, que para Ecuador ya es el "largo plazo".
Ahora bien, para aprovechar esa mayor certidumbre y estabilidad, la sociedad tiene que marcarse un rumbo; en el contexto de una crisis tan grave y por la diversidad regional, étnico-cultural y política que somos, lo más sano es llegar a un Acuerdo Nacional de Salvación.
Una plataforma política y social amplia que desde el centro humanista, defina prioridades y objetivos compartidos:
Combate contra la inseguridad, la corrupción y la impunidad.
Reactivación económica, atracción de inversiones y reforma laboral.
Reforma educativa integral y formación de valores en la sociedad.
Impulso al agro ampliado y al turismo como motores del empleo y la reactivación.
Nueva Constitución como un renovado pacto social y político del futuro.
Quedarnos en la polarización y sin rumbo es el preludio de la debacle. Superemos la polarización con una alianza de centro, que deje a los extremistas a un lado y pongámonos de acuerdo como sociedad en asuntos de sentido común.
Construir ese acuerdo no es solo rol de las fuerzas políticas, muy desprestigiadas, sino también de las organizaciones sociales, gremiales, ONGs, academia, profesionales, hay que arrimar el hombro.
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