El país experimenta una grave crisis política, cuyo epicentro es una mala gestión de gobierno, que ha hecho todo lo contrario a lo que prometió en campaña, a lo que se suma el ingreso de las mafias del narcotráfico a la política en el oficialismo y en la oposición y un ambiente de inseguridad y violencia nunca antes vistos.
La crisis política va dejando estragos en la economía, la previsión de crecimiento del PIB ha bajado de 3,1% a 2,6% y el riesgo país es de 1.971 puntos, eso significa que si el gobierno contratara deuda afuera para cubrir el déficit, los intereses serían del 23%, algo insostenible.
A la par, el desempleo sube, la pobreza aumenta al igual que la migración, con 250.000 ecuatorianos escapando del país que los vio nacer en los últimos 3 años.
Y para colmo se avecina un nuevo fenómeno de El Niño que hará saltar por los aires los optimistas y engañosos pronósticos económicos del gobierno, porque si no han podido reaccionar a tiempo frente a eventos locales como el terremoto en El Oro o el deslizamiento de Alausí, no van a poder manejar un evento climático que puede causar estragos en todas las provincias de la Costa y en las estribaciones.
Lasso creyó que el triunfo electoral del 2021 era un cheque en blanco, todavía no se da cuenta que el pueblo ya lo despidió de la gerencia del país el 5 de febrero y que el grito es que se vayan todos, incluyendo a Borrero y la Asamblea.
El país necesita de otro liderazgo para salir de la crisis y enfrentar la hecatombe de El Niño, cuya gestión en manos de estos ineptos sería un desastre.
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