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EL AGRO Y EL BICENTENARIO


EL AGRO Y EL BICENTENARIO

Por: Ney Barrionuevo J.


A 200 años de la Independencia, ¿qué ha representado históricamente el agro para la República y cuál podría ser la perspectiva de futuro para esta actividad, que la asociamos a una necesidad vital como lo es la alimentación?


Como lo evidencian los restos arqueológicos, a la llegada de los españoles, los pueblos indígenas ya habían desarrollado la agricultura de cultivo, la chakra andina, el aja shuar y otros sistemas de producción y extractivismo de frutos del bosque; el maíz, la yuca, el camote, la papa y una serie de granos y cereales formaban parte de la dieta básica de los pobladores precolombinos.


Es más, como se muestra en el Museo del Cacao de la calle Panamá en Guayaquil (el cual recomiendo visitar y además probar en sus bajos, el mejor helado de chocolate del mundo), los manteño-huancavilca con sus balsas ya exportaban cacao, conchas spondylus y la metalurgia del cobre a Mesoamérica como lo atestiguan murales que grafican ese comercio encontrados en el actual México.


Mi hipótesis es que los pueblos del Litoral por curiosidad, porque ya manejaban la navegación por alta mar siguiendo el perfil costanero y la tecnología de construcción de las balsas, siguieron la ruta de migración de sur a norte de las ballenas para establecer incluso antes de la llegada de los españoles, el intercambio comercial con México, que viene a ser el antecedente histórico del acuerdo que se negocia por estos días y que demuestra que llevamos el espíritu agroexportador en nuestro ADN desde tiempos inmemoriales.


Ya en la colonia, las fértiles tierras con abundante agua y un clima benigno que permitían la producción de toda clase de cultivos permitió el abastecimiento de la producción nacional y la exportación; a los cultivos originarios del país se sumaron otros introducidos por la conquista, que con el paso del tiempo se han convertido en parte constitutiva del paisaje agrícola ecuatoriano, como el arroz, el café, el banano, el plátano, en la Costa y el trigo, la cebada, la cebolla, en la Sierra, o el caucho en la Amazonía.


Buena parte de las insurrecciones durante la Colonia obedecieron a las cargas impositivas como los estancos al aguardiente de caña de azúcar que se cultivaba en las estribaciones de los Andes y las prohibiciones de la corona a la exportación de textiles elaborados en los obrajes de la Real Audiencia y de cacao, que ya para 1.750 era un rubro de exportación de importancia. Otros rubros que destacaban eran la cascarilla, el caucho y en su momento el café.


Las guerras de Independencia se explican en buena parte por la necesidad de los criollos de librarse de las ataduras económicas impuestas por España, que impedían un mayor comercio de exportación e impedían los procesos de acumulación de capital y reinversión para el progreso de estos territorios.


Para la Independencia, ya Ecuador era famoso por la exportación de cacao fino de aroma y los historiadores recogen las cartas de la época que nuestro Libertador comía arepas de maíz, “más legumbres que carnes”, potajes de fréjol, frutas como dulces y se acompañaba de vino y de una sopa de alcachofas, estos últimos introducidos desde Europa y a Bolívar le encantaba también las ensaladas, aunque se reseña de que a pesar de que el tomate es una solanácea originaria de América no era tan fácil conseguirla; en sus últimos días lo alimentaban con sagú, una raíz que prácticamente se ha perdido de la dieta y de la agricultura de la región.


Hago esta reseña histórica para destacar algunos elementos que definen el carácter de la agricultura ecuatoriana desde sus orígenes y que debieran formar parte de su futuro también:


1. La capacidad de producir alimentos suficientes para autoabastecer a la población.

2. La generación de excedentes o de productos destinados a la exportación.

3. La adaptación de productos de otras latitudes y su incorporación al agro y a la dieta.

4. Los sistemas de producción agroecológicos en armonía con la naturaleza.


Entrada ya la República hay un rubro que ha marcado hondamente las relaciones económicas, sociales y políticas en el país, el cacao: gracias a los niveles de exportación se produjo un proceso de acumulación, ahorro y reinversión, que impulsó el capitalismo en Ecuador y dejó paulatinamente las relaciones feudales del huasipungo al inaugurar el pago en dinero a los trabajadores agrícolas; la influencia europea de las élites que enviaron a sus hijos a estudiar en los mercados de destino de las exportaciones de cacao, no solo tuvo eco en la arquitectura y las costumbres sino en el ámbito de las ideas del pensamiento liberal y en la para mi concepto, única Revolución verdadera que ha habido en Ecuador, encabezada por Eloy Alfaro.


Nuestra dieta se basa en alimentos originarios como la papa y el maíz en sus diferentes variedades y en otros introducidos como el arroz (33% de las calorías de un ecuatoriano en promedio), los huevos y la carne de ave, la leche, todos de producción nacional, siendo el trigo el rubro del que dependemos casi por completo de las importaciones.


En el ámbito de las exportaciones, al cacao que pasó una larga etapa de crisis y declive y que ha vuelto por sus fueros, se fueron sumando en la canasta exportadora el café afectado luego por la roya, el banano y plátano y más recientemente las flores y otros rubros no tradicionales que han tenido auge como el mango, el maracuyá o el aceite de palma y otros emergentes como la quinua, el brócoli, la uvilla y el boom que se viene del arándano y el aguacate.


En estos 200 años desde la Independencia, el agro ha sido un eje vertebrador de la economía y de la cultura del país, un factor de integración nacional y ha garantizado la seguridad alimentaria, así como la captación de divisas a través de las exportaciones, que antes del petróleo eran la base económica del país y lo siguen siendo.


La paradoja es que, a pesar de los enormes aportes del agro al país, sin embargo, se ha convertido en sinónimo de atraso y de pobreza. El mejor homenaje al agro en el bicentenario es un nuevo rumbo de políticas que recupere las raíces históricas y lo potencien para el futuro: innovación tecnológica orientada a la agroecología, seguridad y soberanía alimentaria, exportación de productos de calidad y de alto valor, apertura de mercados para intercambiar con el mundo, eso fuimos y eso debemos ser, para que en los próximos 200 años, el agro sea sinónimo de progreso y prosperidad.

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